lunes, agosto 20, 2007

Algo sobre el autor...

De repente, el miedo dejó de ser parte de la cosa y sin manejo de controles concientes, el mundo se abre maravillosamente y el afecto es la senda para la creación, para la unión, para la sorpresa… Porque la sorpresa, capacidad propia de los niños, no necesariamente debe desaparecer con la edad adulta.
Y así, bajo un camino de árboles, en la oscura senda de un subte, en un tren con música funcional, en una mítica calle de Salem, en medio de un rápido del Limay o compartiendo un asado, lo profundo puede descubrirse, el tiempo puede detenerse, las lágrimas pueden fluir sin vergüenza y la risa puede ahuyentar a los demonios.
Como un compendio de todo lo leído, de todo aquello que nutre desde lo profundo, el autor de El camino de la iguana puede entregarse sin más al acto creativo, al fluir del chamán. Y corporizando las palabras nos transmite parte de su mundo interno, en el que plasma la lucha común de seres arquetípicos de esta época o de épocas remotas… Seres que pretenden alcanzar la unificación de cuerpo y espíritu, en el que ambos actúen congruentemente con la conciencia de su ser (la se ser culos rotos o de los otros, la de ser quienes hacen que las cosas sucedan o la de ser quienes acompañan a los sucesos).


Mis honores MAESTRO...

martes, agosto 14, 2007

Mis conversaciones con Juan...

-¿Qué pensaría alguien tan pragmático como Juan de mi...?

-¿Qué importa?

lunes, agosto 13, 2007

Mi experiencia con la Iguana

Era un mercader de píldoras perfeccionadas que aplacan la sed. Se toma una por semana y no se siente más la necesidad de beber.

-¿Por qué vendes eso? -dijo el principito.

-Es una gran economía de tiempo -dijo el mercader -Los expertos han hecho cálculos. Se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.

-Y, ¿qué se hace con esos cincuenta y tres minutos?

-Se hace lo que se quiere...

"Yo, se dijo el principito, si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría muy suavemente hacia una fuente..."



Eso es lo que aprendí con la iguana... Eso es lo que Juan me enseñó. Si el encuentro no hubiese acontecido, aún estaría tomando pastillas de mágicas promesas, sin disfrutar del paisaje en el camino hacia la fuente.

sábado, agosto 11, 2007

El Momento

El viento, que soplaba levemente, movía las enormes copas de los árboles con un ritmo casi coreografiado. Juan miraba y respiraba rítmicamente con el balanceo de los árboles. Maria tenía la certeza casi irracional de que la vista de Juan estaba posada en una hoja en particular. Una en medio de todas.
- Una hoja que cae es testigo de un instante, y ese instante vive para siempre, es eterno. Sin embargo aceptamos que la misma hoja no puede volver a caer del mismo árbol en toda una eternidad. ¡Cuantas cosas que aceptamos, así sin más!

miércoles, agosto 08, 2007

Ediciones Preliminares

El Camino de la Iguana

1ra. Edicion Artesanal (Tirada de Prueba : 3 ejemplares)
Impresa el 16 de Julio de 2007

1ra. Edicion Electronica (Tirada de Prueba: 1 )

Creada el 16 de Julio de 2007

Estas ediciones no estan disponibles, salvo que los lectores de aquellas pruebas decidan compartirlas. ¿Quien Sabe?
Por otro lado esta edicion difiere de la version actual del libro, ya que a posteriori la novela paso por el proceso de correccion de estilo y por algunos cambios que la mente inquieta de Hugo quiso aportar como final al Camino.

Prologo

El desierto, al menos hoy,
no parece tan…

La iguana es un símbolo, una metáfora de la evolución. Ahí, sumergida dentro de nuestro cerebro, en lo que los científicos llaman complejo reptiliano. Ese cerebro de reptil es el que actúa cuando buscamos la calidez placentera del sol, cuando buscamos cambiar la piel. Es el que nos mimetiza cuando nos sentimos en peligro. El que despliega colores mágicos cuando estamos exultantes. El que nos hace sentir la piel como una tenue seda.

El camino de la iguana es el camino hacia nuestro interior más primitivo, más básico, más íntimo. El camino hacia la posibilidad de rehacer, de renacer. A la posibilidad de sumergirnos en el tiempo y reconstruirnos. A la oportunidad de tener una oportunidad. Una oportunidad para percibir el mundo, para gozar del mundo con la libertad de la simplicidad.

Las circunstancias que rodearon la escritura de este libro fueron realmente extrañas. Los capítulos fueron apareciendo en medio de un torbellino de sentimientos y sensaciones. Se entretejieron por sí solos no como producto de la imaginación, sino como una sucesión de imágenes de las que fui espectador y testigo.

Por lo inexplicable y concreto de esa experiencia es que logré entender que la evolución nos está facilitando un nuevo amanecer. Neruda escribió acerca del crepúsculo de la iguana. Sin embargo, de eso se trata la evolución, de una espiral, de recuperar el pasado avanzando al futuro. De volver para renacer. Del crepúsculo al amanecer de la iguana. De despertar desde lo profundo. Este amanecer significa la posibilidad de un cambio. Un giro hacia un mundo en donde la verdad sea mejor considerada que la razón, y en donde sentir sea más importante que poseer. Un mundo más sutil, más sublime, pero también más simple y más intenso. Donde el afecto sea la moneda corriente.

Sin embargo, tengo la responsabilidad de hacer una advertencia. La iguana está presente en cada página, en cada relato, conectando la razón y la emoción. Cada uno debe ir por su propia cuenta y riesgo. Seguir a la iguana o no seguirla. Igual que Alicia con el conejo en el País de las Maravillas. Si deciden seguirla, entonces, sabrán por qué esta historia tampoco estuvo escrita porque sí.

No he podido identificar una fuente de inspiración, sin embargo deseo agradecer al silencio. Este mundo, estos personajes y sus circunstancias son el fruto del silencio. Esta historia no podría haber sido escrita sin ese particular silencio, el silencio del desierto, de la ausencia. Ese desierto es un desierto tan real y tangible como el Sahara. Afortunadamente, y al igual que Don Antoine de Saint-Exupéry, tuve la enorme suerte de disfrutar de la presencia incorpórea de un pequeño príncipe que fue mi interlocutor y mi compañía durante ese tiempo de soledad. Terminada mi tarea, él, al igual que aquel, volvió a su hogar, a su rosa, a su cordero y a sus volcanes. Sin embargo, algo de sí mismo quedó impregnado en la historia, quizá por lo desbordante de su pasión por domesticar a la iguana mientras yo escribía las páginas. Me quedo con el mismo sentimiento que Don Antoine. Seguiré mirando las estrellas y preguntándome qué habrá sido de su rosa y de él.

Por último, quiero dedicarle la obra a ese niño que todos fuimos, y a los niños que aún lo son, para que ninguno deje de serlo. Para que nadie olvide al niño que anida ahí, bajo el pecho de cada uno, y para que todos sepan también que los niños domestican iguanas. Deseo de todo corazón que esta historia aporte al hecho de que la única batalla que vale la pena luchar es aquella en que el amor triunfa sobre el miedo.

Mi momento termina aquí, en el punto que sigue a esta palabra.

Ahora es tu momento. En pocos instantes más estarás entrando en una historia, y la iguana que habita en tu interior te mostrará un camino…

Hugo , Invierno del 2007