lunes, agosto 20, 2007

Algo sobre el autor...

De repente, el miedo dejó de ser parte de la cosa y sin manejo de controles concientes, el mundo se abre maravillosamente y el afecto es la senda para la creación, para la unión, para la sorpresa… Porque la sorpresa, capacidad propia de los niños, no necesariamente debe desaparecer con la edad adulta.
Y así, bajo un camino de árboles, en la oscura senda de un subte, en un tren con música funcional, en una mítica calle de Salem, en medio de un rápido del Limay o compartiendo un asado, lo profundo puede descubrirse, el tiempo puede detenerse, las lágrimas pueden fluir sin vergüenza y la risa puede ahuyentar a los demonios.
Como un compendio de todo lo leído, de todo aquello que nutre desde lo profundo, el autor de El camino de la iguana puede entregarse sin más al acto creativo, al fluir del chamán. Y corporizando las palabras nos transmite parte de su mundo interno, en el que plasma la lucha común de seres arquetípicos de esta época o de épocas remotas… Seres que pretenden alcanzar la unificación de cuerpo y espíritu, en el que ambos actúen congruentemente con la conciencia de su ser (la se ser culos rotos o de los otros, la de ser quienes hacen que las cosas sucedan o la de ser quienes acompañan a los sucesos).


Mis honores MAESTRO...

1 comentario:

Hugo dijo...

El escritor simplemente deposita su semilla en el fertil humus de la mente del lector (decia Tolkien). Lo que crezca les pertenece a ambos, pero mas le pertenece al lector que cuida y nutre al fruto de la semilla.